Los aeropuertos presentan desafíos de TI distribuidos y complejos
Vertiv identificó el transporte público, específicamente el transporte aéreo y ferroviario, como la segunda industria más crítica en el mundo en un informe reciente donde se analizaron y clasificaron las industrias según su criticidad. Los servicios públicos ocuparon el primer lugar, debido en gran parte a que muchas industrias dependen de una energía confiable. De hecho, la mayoría de las siete industrias más críticas demostraron una dependencia considerable entre sí. Hoy, examinaremos más de cerca la industria del transporte aéreo y qué la hace tan crítica.
A lo largo de los últimos 20 años, la industria aérea avanzó rápidamente para adoptar los sistemas de TI como la columna vertebral de sus operaciones y para continuar con la digitalización (los controles digitales en lugar de los circuitos analógicos/de relé) de toda la infraestructura física. Aunque esto fue necesario para gerenciar el aumento exponencial del número de vuelos, fue todo un reto. El proceso reemplazó un sistema simple, el cual podía ser administrado con un mando manual, por un sistema mucho más inteligente y complejo con más funciones. Este, sin embargo, necesita una gran cantidad de recursos y personas para reiniciar los sistemas.
Entonces, ¿qué hace a los aeropuertos tan complejos? La mayoría de los aeropuertos grandes cuentan con al menos un centro de datos, muchos centros de operaciones e innumerables armarios de red distribuidos. No obstante, la cantidad total del equipo de TI de producción (los servidores, el almacenamiento, y los routers) no es tan grande. El truco está en la propia naturaleza de la infraestructura física y la interconexión con los sistemas de TI. Todos los sistemas que no son de centros de datos como los sistemas de tara (medición y control del peso de la aeronave), los radares y la aviónica, el alcance visual en la pista (niebla en tierra/visibilidad), la iluminación de las pistas, la iluminación de aproximación, los sistemas de aterrizaje, etc., son digitales. Estos tienen poco o ningún tiempo de espera interno, dependen de los sistemas eléctricos, mecánicos, de redes e inalámbricos, y están distribuidos a distancias de kilómetros, no de metros.
Para poner esto en perspectiva, cuando se observa algunos de los centros de datos más grandes del mundo, estos cubren unos 90.000 metros cuadrados o más. En lo que respecta a edificios, esto es impresionante, pero incluso un aeropuerto regional de tamaño medio cubre diez o más kilómetros cuadrados. Entre los aeropuertos más grandes del mundo, el Aeropuerto Internacional Rey Fahd en Arabia Saudí cubre unos 1.256 kilómetros cuadrados. Desde una vista aérea —sin intentar hacer un juego de palabras— podemos ver que los aeropuertos son un centro de datos inmensamente distribuido, compuesto por cientos de sistemas interconectados y miles de dispositivos del Internet de las Cosas, y pueden competir con cualquier centro de datos en términos de complejidad.
A diferencia de muchos centros de datos, los aeropuertos no funcionan en modo activo/activo redundante. Tampoco pueden discriminar cargas rápidamente al igual que otras instalaciones de computación en la nube y de hiperescala. Por el contrario, cuando un aeropuerto empieza a sufrir problemas técnicos, todo el sistema de aviación empieza a verse afectado con retrasos y cancelaciones de los vuelos. Para construir un aeropuerto inteligente se necesita una planificación cuidadosa, una redundancia integrada y la digitalización de toda la infraestructura.
Afortunadamente, la industria aérea se toma muy en serio el funcionamiento, la disponibilidad y la capacidad de recuperación de las operaciones, al igual que las medidas de seguridad.